Santa ágata fue una virgen y mártir siciliana que fue torturada durante las persecuciones a los cristianos en tiempos del emperador Dacio. Según las hagiografías, el proconsul Quintio se encaprichó de esta joven que ya había consagrado su virginidad a Cristo y ante su rechazo decidió entregarla a un lupanar regentado por una tal Afrodisia. Milagrosamente la joven Agata consiguió mantener su virginidad intacta, lo que enfureció aún mas a Quintio que decidió torturarla y cortarle los pechos. De nuevo milagrosamente, sus heridas sanaron lo cual enfureció aún mas a Quintio que decidió como tortura definitiva asarla viva sobre ascuas de carbón. Cuando Martí el Humano pone en marcha la construcción de la capilla del Palacio Real, decide traerse de Sicilia las reliquias de esta Santa que rápidamente adquieren gran popularidad entre el pueblo. Especialmente es querida por los panaderos que asociando a dos panes los pechos sobre una bandeja con la que la iconografía representa a Santa Agata la convierten en su Patrona, otro ejemplo de como las asociaciones populares prevalecen a través del tiempo. Esta Relación entre Santa Agata y el pan produce algunos curiosos frutos. Tal vez el mas curioso es el del pan de la justicia. Siendo la plaza del Rei donde se administra la justicia y donde se encuentra la capilla consagrada a esta santa, se le encarga al gremio de panaderos la elaboración de un pan que debía determinar la veracidad de los testimonios de los acusados. Este pan estába elaborado de los deshechos de la harina y amasada con agua estancada y sucia, el pan tenía un peso determinado y debía ser consumido sin vomitar en un tiempo predeterminado, si el acusado lo conseguía se consideraba que decía la verdad. Seguramente seria un engrudo repugnante. Otro de los curiosos frutos es el conocido como pan de Santa Agata, con forma de pecho y que se consumía el día de la celebración de la mártir 5 de Febrero.